
Los Duicentros están ubicados en sectores céntricos del país en su mayoría, son instalaciones que en su generalidad son capaces de albergar bajo techo a un público no mayor de las 100 personas y debido a este trámite obligatorio y hasta hace dos días realizable sólo en el mes de cumpleaños, los Duicentros se han visto abarrotados hasta por 4,000 personas en una jornada (la expectativa oficial era de 11,000 personas por jornada diaria). Nada nuevo ha hecho la empresa ante la demanda prevista: ni toldos, ni extensiones de horarios, ni atención al público en las afueras de las oficinas.

La Urgencia de sacar el DUI
Antes de la prórroga aprobada por la Asamblea Legislativa el jueves pasado en horas de la noche, era obligatorio sacar el DUI antes de terminar el mes de la fecha de cumpleaños por lo que muchas y muchos soportaron la travesía estando enfermos, faltando a clases y al trabajo, pagando por quien les hiciera “la cola” o les cediera un puesto a riesgo propio de los “ultrajes” de otros usuarios que no aprueban a colados o a quienes no han sufrido como ellos haciendo de un tirón el esfuerzo de hasta cinco cuadras, sin contar las otras cinco filas que se arman a manera de laberinto frente a la puerta y bajo la única sombra del edificio de DOCUSAL.
“Yo me he tenido que traer las pastillas porque ando bien enfermo” comenta un señor que presentaba fiebre y catarro. “Nos hemos turnado para hacer la fila” dice un grupo de cinco amigos de los cuales dos deben renovar el documento en enero. “Me tuve que traer al niño porque este día no tengo nadie que me lo cuide” lamenta una señora que cubre con lo que puede la cabecita de un niño de dos años.
La institucionalidad perdida
Esperan en todos lados, como si se tratara de los hermanos indocumentados en la estación de Arriaga. La mala atención de la empresa DOCUSAL es herencia de otros gobiernos y negligencia del actual, se explica a sí misma la población ante la falta de explicación por parte de las autoridades del RNPN y otras instituciones como la Defensoría del Consumidor.
“Ellos (la Defensoría del Consumidor) ahora ya son parte del gobierno y a esto ni caso le hacen; va a creer que sólo actúan ante las denuncias pero si uno está metido en esta cola ¿a qué horas denuncia? ¿que no les basta lo que sacan ustedes los medios? que interpelen al Presidente y a DOCUSAL de por qué nos hacen esto, la calle no es una oficina, menos esta calle toda chuca y con el peligro de que cualquiera nos robe o imagínese hoy con eso de las granadas… Son cosas que las hubieran pensado antes de ponerse a sacarnos el pisto con un DUI nuevo” alega con visible molestia un usuario que está haciendo cola desde las 7 am y no ha llegado aún a la puerta principal.
“Aquí nadie dice nada hasta que uno llega adentro ya sacando la lengua es que le ponen peros, es una cosa que no se entiende, mal servicio da esta empresa… pero aquí no dice nada el Gobierno, no vayan a ser los empleaditos a esos sí los echan, pero esta empresa (DOCUSAL) hace siempre lo que le da la gana y hasta habla de demandar al gobierno, ¿dónde se ha visto eso?” nos comenta adrede otro usuario cuando ve pasar a una trabajadora administrativa de DOCUSAL que ni se inmuta.
“Yo no se de qué se extrañan -comenta otro joven- este país es un desorden, nada funciona, menos si es del gobierno”.

“Por lo menos en ANDA está mejor la atención, a mí salió malo el recibo pero allá nos revisaban la factura y nos daban respuesta, aquí vamos en la cola y no sabemos si vamos a pasar o no” comenta riéndose una señora que lleva tres horas tejiendo paciencia. Es la primera vez que llega y teme no tener los documentos “buenos”.
Muchos se quejan que las Alcaldías no les han entregado los documentos escritos correctamente o refrendados. “Aquí todo falla: las alcaldías, el RNPN y esta empresa DOCUSAL, nadie nos responde por las horas que perdemos haciendo esta cola y la gran asoleada que nos damos y para peor de males vienen ustedes a tomarnos fotos como si fuéramos la Manyula en el Zoológico… ” dice Jaime A. de 56 años y empleado público que ha pedido el día para llevar a cabo su diligencia.
Las vendedoras y vendedores de refrescos, agua, tortas mexicanas, pupusas, sorbetes de carretón, café, platanitos, chuchadas y más, se apuestan en las aceras y esperan a que los cola-habientes del Duicentro se cansen y quieran refrescarse, comer o reanimarse con una bebida o un dulce. “La venta está mala -confiesa el vendedor de café- pero peor es andar aplanando calles, aquí bien me caen unas 25 ventas al día”.
“A mi no me gusta comer en la calle… agua sí quisiera pero ya ve que ni baños hay” nos responde una señora jubilada que se resiste a consumir. Otros en cambio dicen no tener dinero para gastarlo.
“El otro día unos mareros vinieron a pedir la cora… allí anduvieron en toda la cola pidiendo, la gente asustada…” comentan las vendedoras de pupusas y gaseosas que hacen un descanso entre las pupusas del desayuno y la tarde.

No hay aspirina para el pueblo, ni salvadol, sólo “dolol”, medidas arbitrarias que no contemplan el respeto a sus derechos, más de lo mismo o hasta peor. El mismo pueblo que deja grandes cantidades de basura al final del día, que se sienta en el cemento sucio cansado de esperar o en las cadenas que cuidan parqueos que están abarrotados, “hombres negros y rojos y azules los hombres que pueblan” el Dui Centro.